Oscilaciones, itinerancia en la miel que derrama la sombra de mi lengua. Participio pasado en este ritual de sabores estancos. Nocturnidades que impulsan mi avenida de huesos y memoria. En este lado del corazón las pestañas sombrean mis pecas. Los labios, agrietados por los dedos de agosto, sostienen las palabras y el musgo de mi octubre.
Trigales, barro, laceraciones en la cara oculta del sol. Maletas, botas anudadas y baraja varada en su juego de copas y bastos. Reinas de espadas y oro, que se pudren en el lenguaje de los hongos.
¿Imaginas el dulce agua que cruza la ladera de mis castaños?
No hay planeta que no se crezca en la soledad de su todo.