Y a estas alturas te preguntarás
el porqué de nuestros silencios,
el porqué de tantos poemas
de destinatarios ocultos;
la razón por la que mis brazos
se abandonan al aire,
el motivo por el que mis dedos
cesaron en su intento de bordar estrellas.
En este punto en el que las palabras
se desbordan de mi boca…
derramándose en esta libreta de soles,
donde anotaba la forma de los sueños,
donde lo imposible creía en la posibilidad
de ser más allá de un intento.
En esta distancia que firmamos repentinamente
se guardaban los finales que no quise ver.
Los silencios nacieron para testificar
a favor de una realidad, en principio adormecida.
Los silencios nos cuentan
que nuestras vidas se encontraron para cubrir
todas aquellas necesidades que nos ocultábamos,
todas aquellas heridas que se abrieron
cuando nuestros pasados se ausentaron de nuestros presentes.
Fuimos la anécdota que nos ayudó a sonreír,
el delirio que nos fomentó a maldecir
al capricho del destino que nos abrió
esa baraja de cartas donde no se relataba nada.
Y en mi aparente realidad no me daba cuenta
de que tan sólo soñaba con todo aquello que perdimos
nada más comenzar una historia que, ni tan siquiera para ti lo fue.
Y es ahora cuando recuerdo todo lo bonito, todas aquellas
risas a media tarde… y es ahora cuando me siento libre,
al saber que me pierdo en todo aquello que me aleje de ti.
Ya no tenemos nada que decir,
porque aprendimos todo lo que nos teníamos que ofrecer.