El delirio del ausente

Quedé a un lado,

a unos metros de vosotros,

con la necesaria distancia

para sentir vuestro canto

sin ser visto.

 

Con la suficiente cantidad

de deseo para formar parte

pero con la satisfacción

de no dar un paso más,

tan sólo dejarme soñar.

 

No me siento parte,

tampoco todo.

 

Hay una vereda

donde callas y

respiras soles;

una conexión

siempre presente,

un lugar para mí

donde estáis ausentes.

 

A veces siento

que siempre he existido,

en esta herencia de metros salvables

de callejas alternativas

donde el tiempo se pliega

hasta formar un círculo.

 

Habita en mí

un corazón, que me late creencia,

que me dice que

en vuestra voz,

se extingue la mía.

 

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