Abres el cielo, estrella de mi sur.
Eres faro que buscan mis manos.
Alta mar, oleaje nocturno que me
acerca a tu costa de sales profundas.
En esos días en que me pierdo en
mi vientre marino, me sostienes.
En esa soledad de mi memoria,
me dejas tus miguitas de pan.
Miramos al horizonte con la esperanza
de oírnos respirar en nuestras nubes.
Nos damos las manos para buscar
la raíz de nuestro precipicio.
Versos a Asiel, octava parte.