Navegábamos en corrientes dispersas,
cruzando vacíos de sal que aguantaran
el peso de nuestros nombres.
Y mientras tanto tú,
te partías como vieja cuerda
devorada por legiones de mares.
En estas lenguas,
la saliva es un tesoro sin dueño.
Navegábamos en corrientes dispersas,
cruzando vacíos de sal que aguantaran
el peso de nuestros nombres.
Y mientras tanto tú,
te partías como vieja cuerda
devorada por legiones de mares.
En estas lenguas,
la saliva es un tesoro sin dueño.