Va de adicciones
de mi piel en aullido
de besos troquelados
en memorias de cuero.
Dedos al abordaje
de arenas antiguas
que me laten en fauces,
que curvan cielos.
Bosques encantados
que enrojecen venas,
que liberan mi boca
de labios sin nombres;
panza de crisol iluminando
bostezos de una legión
de luciérnagas.
Y vuelvo a latir
y me llueven raíces
que cantan mi aire
y abrazan árboles.
Crepitan vientres de madera
al sol de deriva,
costillas y ramas que
dibujan viento lleno
de mensajes en barco de sueño.
Y mis uñas dibujan mi bestia
a golpe de lengua.
Y se hace un silencio
que me desborda en sonidos,
que me llena de barro.