La piel de la naranja

Al otro lado se abría la piel de la naranja. Mañana a menos cuarto. Terca. Bestia a lomo de sales. Las estrellas siempre muestran su noche con independencia de sus soles.

Azules en memoria. El cielo no entiende palabras, sólo reconoce el plumaje de su inmensidad.

Me gusta la soledad de los cítricos. Incalculables. Impredecibles.

Reconozco la noche a las y cuarto. Las manos, al igual que el cielo, sólo entienden de inmensidades.

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