Parece que ha llegado ese día
que pretendía ocultarme,
ese momento que despisté
con el engaño diario de un enamorado.
Poco a poco los sueños se posan,
como motas de polvo,
en unas habitaciones cerradas al tiempo,
donde el silencio es el sonido del recuerdo.
Unas estancias amuralladas de fotografías,
de intenciones y proyectos… de revoluciones,
de creencias, de dedicatorias que envejecen
en las hojas de esos libros que prometían historias.
Una vez cierras la puerta, quedan atrás
aullidos, devociones, olores, saliva, el sudor
de la impaciencia de los cuerpos, la sutileza de la compañía…
para dejar paso a esa, a veces, estúpida inquilina… la nostalgia.
Cuando comprendes que la nostalgia
tan sólo rellena el hueco de su sonrisa,
cuando entiendes que aquella mantiene a salvo
los aullidos, las devociones, los olores… encerrados….
sabes que toca la despedida de todo ese universo
que crea el amor cuando muere.