Tan sólo nos separa una lengua

Tan sólo nos separa una lengua,

un silencio susurrante preñado de esperas

un arco de pestañas en brazos alzados

como vigías sin nombre, que tan sólo

valen por lo que miran en este aire cortado.

El espesor de las sábanas cuartea

toda posibilidad de abandonar tus caderas,

de parir palabras que consuman mi tiempo

y den testimonio  de cada traza indeseable,

que nos dan formas y etiquetas por la mañana.

Antes de que llegue el café y su apellido cotidiano,

migraré en mi cuerpo de bestia a las barras ojerosas

que mitigan la sed de un trabajo bien hecho.

Antes de que te sueñe ya serás parte atravesada de mi olvido

donde basculan los deseos con los teléfonos apagados.

Ahora que mato tu rastro a sorbo de bourbon

me burlo de las intenciones que se dibujan

en el amanecer de un espejo, donde transitan

cuchillas, jabón y toallas calientes.

Aquí no necesito ni agenda ni reloj.

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