No tengo necesidad
de que me sorbas los huesos,
de recibir un adiós como un saludo
de fondear en vientres
que sueñan con tierra.
En los ensayos de la piel
me cobré todo el deseo
de las caderas perdidas
que abarcaban mi memoria.
Los desiertos me sudan en soles
que hablan de mares de un tiempo remoto.
En esta latitud fuera de rango
no siento que deba venderme
a la sombra de unos brazos
que me hablan de beso y letargo.
Con esta saliva roma
te caes en ese otro lado
que no otorga el silencio.