Sentir el vértigo desde las fosas abisales que navegan mis dedos, desde la sal de mi plexo solar.
Me habita el sueño oceánico del cielo, el pulso estelar de un deseo preñado de pestañas en sotavento.
Tornas que buscan giros, giros que buscan tornas. Silencio. Mi nube de algas se crece en mi pecho.
Estrellas lejanas anuncian mi regreso. Niño de arenas, de conchas de mar que susurran al viento.
¿Conoces la lengua que azula mi cuerpo?