Siempre me ha dado miedo la muerte.
Su silencio. La oscuridad de su luz.
Su hambre de nombres.
Su consciencia finita.
Porque hasta la propia muerte, se muere.
Se rompe en el pulso de la madrugada,
en un ciclo incesante,
de soles rumiantes.
Peces que sueñan con cielos.
Nubes que buscan sus mares.
A fin de cuentas, la muerte tiene miedo
de ser devorada por la propia vida.
Del mismo modo, que mis costillas
saben que terminarán varando
en una costa de aves errantes,
que peinan sus plumas al viento de levante.
La muerte que cabalga de puntillas, relincha ,galopa y en un pequeño aliento nos escoge o evita. Ella también late y gime.
Gracias por compartir, por abrir horizontes , por dibujar las líneas imperceptibles .
Muchas gracias a ti por estar ahí. Abrazos.